sábado, 25 de mayo de 2013

Soluciones al borde de un ataque de nervios





Las horas, su intangible pesadumbre,

su peso que no pesa, su vacío,
abigarrado horror, la sed que expío
frente al espejo y su glacial vislumbre,

mi ser, que multiplica en muchedumbre
y luego niega en un reflejo impío,
todo, se arrastra, inexorable río,
hacia la nada, sola incertidumbre.

Hacia mí mismo voy, hacia las mudas,
solitarias fronteras sin salida,
duras aguas, opacas y desnudas

horadan lentamente mi conciencia
y van abriendo en mí secreta herida,
que mana, sólo, estéril, impaciencia.

(Octavio Paz)

.........

Y así voy deslumbrando mis horas, en desencuentros continuos con la soledad.


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