Nulla die sine linea, decían voces lejanas en el tiempo, y es ahora cuando me dispongo a seguirlas.
Podría hablar de política, religión, deportes, moda o televisión, podría hablar, cómo no, de nuestra "querida" okupa, la crisis, y también de temas profundos que nos abstrajeran del dolor mundano. Pero es que a mí me gustan las cosas insignificantes y tan reales como, por ejemplo, las canciones de la ducha, los expedientes-X vecinales o el secreto de una buena conga.
A muchos les gustará saber que, aunque todo parece estar ya dicho, ya por los más rápidos, ya por los más elocuentes, lo mejor está siempre por decir. Y muchos se quedarán sin saber qué decir, ni cómo, y silenciosos darán alas mudas a su inspiración...
Pero ya es hora de pronunciarse.
Lo que puede parecer un ensayo de un discurso político, baldío de palabras relleno, es ni más ni menos que una declaración de intenciones.