Si Lewis Carrol supiera que los
aviones de LAN llegan a destino antes que los conejos apresurados, seguro que
su historia hubiera sido diferente. Por eso yo os contaré la mía.
Puede que sí sienta que aquí el
tiempo corre distinto. Puede que como los elementos, en algunos lugares como
occidente, el tiempo sea bien sólido. Sin embargo, aquí todo fluye, a su ritmo
continúa la vida. Pienso que se ha derretido con el calorcito húmedo y
constante sobre los 18°, o quizás se resbala por una nube velocísima de estas
que llevan el letrero de “ocupado” y que tras un “agua va” sin previo aviso,
relajada, de paso a un sol artista. Reflejos que redibujan la paleta de colores
tan intensos que parecen pintados por un Gaudí natural.
Elementos callejeros que hacen a
uno sonreír y sentirse grande por dentro, sin falta de champiñones mágicos de
los de mi amiga Alicia, como las piñatas para cumpleañeros, los perros
apostados en los tejados (que no sabes cómo llegaron allí), la hospitalidad
inconmensurable o los carritos de “sánduches” (NO sándwiches). Hasta las
esculturas antiquísimas parecen entender
que aquí la vida se lleva con otra actitud:
De personas envueltas en
coloridas prendas se pueden oír conversaciones indescifrablemente hermosas,
lenguas con eco a selva, a montaña, a río…
Un país donde todo puede pasar,
realmente. Alguien sabría qué hacer si de repente se ve perseguido por
Godzilla? O por un OVNI? No problem. Aquí desde luego que está todo bajo
control ya que tienen habilitados puntos de seguridad para estos casos, como
estos.
Y he encontrado algo extinto en España, las vacantes de trabajo!
A diferencia de la novela, no
disponen de la ceremonia del té para beber, sin embargo uno se vuelve como el
sombrerero loco entre tantas opciones: jugos de babako, taxo, tamarindo,
naranjilla, mora, sandía; la “biela” Pilsner, que efectivamente como se
autodenomina es ecuatorianamente refrescante:
Además, el chocolatísssimo en
cualquier textura y recipiente, con o sin leche, con o sin nubes, con o
sin…queso? Sí, así lo tomamos aquí ;) Para acabar de confundirse uno,
literalmente, falta mencionar a los alcoholes. De tan contundentemente sabrosos
que resultan, no sabes si levantan el espíritu o se lo llevan garganta abajo:
las puntas, la mistela (ojo, valencianos, NOTHING QUE VER), el canelazo de
misteriosos poderes reconstituyentes al más puro estilo de Asterix y Obelix…
Y por supuesto, para los más
clásicos siempre nos quedará una relaxing cup of café, con o sin leche ;D
Eso sí, a ratos me gustaría ser
diminuta, para sentirme menos protagonista, menos visible y así no quebrar, por
ejemplo, la alada orquesta sinfónica del jardín al salir a escuchar, o que mis
huellas sobre los acolchados lechos de plantas fueran invisibles. Todo parece
tener su sitio en este lugar, como una armonía impalpable, una razón que se
esconde tras gigantes hojas de banano o en los diminutos picos de los
colibríes. Algunas plantas parecen obra de alta costura, llegué a pensar si las
arañas montarán talleres de corte y confección, o si con sus ocho patas serán
las responsables de los trazos elegantes y delicados en las alas de las
mariposas que, ignoro si presas de la vanidad o de la prisa de una vida fugaz,
se exhiben a todas horas.
Sobre mi cama rosa de princesa
Disney (con dosel anti-mosquitos), oigo la lluvia percutida en las paredes que
me rodean. Pienso ese instante antes de caer dormida en ahí afuera, belleza
salvaje que sin embargo a cada momento
resulta más inherente a mi humanidad, más profunda que cualquier cemento
aglutinador de ciudades, que estafa a los sentidos y pinta el paisaje de gris.
Para un ecuatoriano, es una gran decepción agarrar una lata de cerveza pilsener (que dice: "ecuatorianamente" refrescante) y leer que ha sido hecha en colombia.
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