miércoles, 11 de enero de 2012

Despertar suave ante la vida, sin prisas, la verdad de una palabra cálida alumbra una sombra descosida. Y la inspira.
Que manía de abrir la ventana para adivinar el olor que nos regala esta mañana, de comer con las manos para saborear mejor las espinas, no azucarar las bebidas para sentir toda su amargura, de imaginar fábulas con cualquier cosa, que quizás se esconden tan tímidas como maravillosas, inimitables y puras.
Que manía de pararse a contemplar esa escena corriente, espontáneamente alegre, y tan sincera. Del peso de un buen silencio, el quiebro de una voz segura, una caricia con la yema de los dedos, cuando se encarna sobre piel ajena pero casi tuya. Dejar que las letras de un buen libro bailen al son del sueño, mientras aquel olor se confunde al calor de los recuerdos. Volverse ante el color de la inminente primavera, enfundar a la rutina doce trajes diferentes.
Sobre todo, lo importante, nunca olvidar el sorprenderse.

Perderse en una nube… y encontrarse en otros ojos. Sonreír porque tenemos tantos ahoras como siempres, madurar entre lágrimas dolorosamente acogedoras, y volver a la orilla en un brote de esperanza luchadora. Remendar palabras rotas que destierran soledades. Respetando y sintiendo, leer entre las líneas de mis manos, de sonrisas rebosante. Rechazar los paréntesis y el frío, custodiar intimidad y fruto, disfrutar de cada duda titilante, fundiendo camino y repartiendo suerte.
Resumiendo: Si decido creer en magia aunque me aprenda los trucos, es cosa mía. Mil pequeñas cosas, más que un arte, sustento de la esencia propia, sabiduría a cuentagotas. Al fin y al cabo una manía.
A los sueños de los cuerdos les llaman utopías, a los de los locos simplemente: vida.





Es de Kandinsky esta maravilla de cuadro ^^

=)

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